27 sept 2011

Interludio.

En esta noche oscura, tu nombre me suena más lejano que nunca. Llevas en la boca tu melancolía, y en tus manos blancos llevas la madeja de tus ilusiones. Te marchitas como la magnolia, nadie besa ya tus muslos de brasa, ni a tu cabellera llegarán los dedos que la pulsen como cuerdas de una guitarra. Tus ojeras se van agrandando y tu pelo negro va siendo de plata, tus senos resbalan escaseando aromas y empieza a curvarse tu espléndida espalda. Eres el espejo de una Andalucía que sufre pasiones gigantes y calla, pasiones mecidas por los abanicos y las mantillas. La tristeza inmensa que flota en tus ojos nos cuenta tu vida fracasada y rota, la monotonía de tu ambiente pobre viendo pasar gente desde tu ventana, oyendo la lluvia sobre la amargura que tiene las viejas calles huelvanas, mientras a lo lejos, suenan los clamores turbios y confusos de unas campanadas. Llegó la hora, anciana, y parte de mí se fue contigo. 
A mi abuela bella...


Grande Contreras. 

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